jueves, 20 de diciembre de 2012

Memorias





Memorias


Infancia, adolescencia y juventud, las tres partes que conforman la primera novela de León Tolstoi son un acercamiento a la psique humana a lo largo de estas etapas. La verdadera llave para un psicólogo o una lupa certera para el corazón de un madre.
Tolstoi no deja nada fuera, es un deleite encontrar en su lectura todos los cambios mentales por los que pasamos como seres humanos. Más allá de la cuestión biográfica, el retrato del entorno, y el realismo que pueda contener la novela, su verdadera importancia y lo que la convierte en atemporal es que vemos en cada parte los momentos trascendentales porque atraviesa toda persona en formación.
Así en la infancia existen personas que marcan nuestra vida para siempre, la imagen de los padres, la educación recibida en casa, que como se sabe es la que prevalecerá por el resto de nuestros días. Un retrato de la mente infantil, curiosa, altiva, libre. Que esboza en su mente el amor y la admiración sin diferencia clara, de igual manera que mezcla lo fantástico con la realidad.
Los pequeños cambios que merecen todas las atenciones, la manera incompleta de entender a las personas, los errores de un niño que en su percepción se juzgan con la mayor severidad, los castigos correspondientes que califican de injustos. La necesidad de encontrar a alguien a quien parecer. Y desde luego el choque de toda esta neblina infantil con la realidad, al toparse con un hecho irrefutable. La muerte, el dolor, el cambio.
Y así comienza la adolescencia, etapa de riesgos, y observaciones, con la facultad de despreciar fácilmente la niñez, la que no se vuelve a valorar hasta dentro de muchos años más. Llena de cambios, descubrimientos, pretensiones, ejemplos a seguir, el surgimiento del deseo y de lo que se pretende como amor.
Los estudios como obligación, y la manera en cómo el sexo opuesto confunde y altera todo. La necesidad irrefrenable de desafiar a todos alrededor y el estreno de un sentimiento antes desconocido: el odio.
Es la adolescencia, llena de dudas y preguntas incompletas, de cambios personales y ajenos pues aquellos que antes veíamos de una manera, ahora son diferentes. Es en esta etapa en la que cobra sentido la palabra amistad.
Y así llega la juventud, en la que más influyen los amigos, pues a su lado se descubre el mundo y se establecen lo que serán los límites personales, la visión y construcción del futuro. Las dudas eternas a las mismas preguntas, la lucha interna por lo que somos y lo que queremos ser, en pugna frontal con lo que la gente ve en nosotros. La necesidad de establecerse en un mundo en donde nuestras fantasías compaginen con la realidad y sus normas sociales.
La consciencia antes inexistente del dinero, la apariencia, las relaciones y la manera en que estas nos enorgullecen o incomodan dependiendo del entorno. Las eternas disertaciones en las que se explica el mundo con una mirada y cientos de palabras, la contemplación de una realidad que nos parece ajena y al que pertenecemos. Los estudios, la oportunidad de probarnos a nosotros mismos. La libertad de ser irresponsables pues la vida por primera vez nos pertenece. El fracaso y la posibilidad luminosa, que acompaña a la juventud, de equivocarse y corregir los errores.
Todo esto y más encierran las Memorias de León Tolstoi. Que al final cautivan por el profundo y sincero retrato personal; que al contarnos la vida de Nikolai expone la realidad del género humano.
Como todas las novelas de este autor, a pesar de ser la primera no decepciona y por el contrario es un esbozo de un estilo que veremos crecer a lo largo de su bibliografía. Llena de reflexiones, enseñanzas, costumbrismos y una manera mágica de englobarlo todo en una historia individual.




León Tolstoi

(Liev Nikoláievich Tolstói; Yasnaia Poliana, 1828 - Astapovo, 1910) Escritor y ruso. Hijo del noble propietario y de la acaudalada princesa María Volkonski, Tolstói viviría siempre escindido entre esos dos espacios simbólicos que son la gran urbe y el campo, pues si el primero representaba para él el deleite, el derroche y el lujo de quienes ambicionaban brillar en sociedad, el segundo, por el que sintió devoción, era el lugar del laborioso alumbramiento de sus preclaros sueños literarios.
El muchacho quedó precozmente huérfano, porque su madre falleció a los dos años de haberlo concebido y su padre murió en 1837. Pero el hecho de que después pasara a vivir con dos tías suyas no influyó en su educación, que estuvo durante todo este tiempo al cuidado de varios preceptores masculinos no demasiado exigentes con el joven aristócrata.





2 comentarios:

  1. Genial que hables de Tolstoi. ¿Sabes? "Ana Karenina" y "Guerra y Paz", fueron dos de los primeros libros que leí siendo muy joven, y me maravillaron... Estaría bien leer esas "Memorias", a buen seguro...
    ¡Feliz Navidad y Próspero Año Nuevo 2013, Mirwen! :o)

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Ana Karenina es la primera novela que leí de este autor y gracias a esto nació en mi el interés por la lectura.

      Eliminar